Existe una vieja historia de India que nos habla de la soledad de Dios: Brahma. No existía nada más que Brahma, y por esa razón estaba muy aburrido. Brahma decidió jugar a un juego, pero no tenía a nadie con quien jugar. De modo que creó a una hermosa diosa, Maya, con el único propósito de divertirse. Una vez que Maya existió y Brahma le explicó el propósito de su existencia, ella le dijo: «De acuerdo, juguemos al juego más maravilloso, pero tú harás lo que yo te diga». Brahma aceptó y, siguiendo las instrucciones de Maya, creó todo el universo. Creó el Sol y las estrellas, la Luna y los planetas. Después, la vida en la Tierra: los animales, los océanos, la atmósfera, todo.
Entonces Maya le dijo: «Qué bello es este mundo de ilusión que has creado. Ahora quiero que crees un tipo de animal que sea tan inteligente y goce de tal conciencia que esté capacitado para apreciar tu creación». Finalmente, Brahma creó a los seres humanos, y una vez que acabó con la creación, le preguntó a Maya cuándo iba a empezar el juego. «Lo empezaremos de inmediato», dijo ella.
Cogió a Brahma y lo cortó en miles de pedacitos diminutos. Puso un trocito en el interior de cada ser humano y dijo: «¡Ahora empieza el juego! ¡Voy a hacer que olvides quién eres y tendrás que encontrarte a ti mismo!». Maya creó el sueño y, hoy, Brahma todavía está intentando recordar quién es.
Brahma está ahí, en tu interior, y Maya te impide que recuerdes quién eres.
Cuando te despiertas del sueño, te conviertes de nuevo en Brahma y reclamas tu divinidad. Ahora, si el Brahma que está en tu interior te dice: «De acuerdo. Estoy despierto, ¿qué ocurre con el resto de mí?», como conoces el juego de Maya (la ilusión), comparte la verdad con otras personas para que despierten también. Uno se divierte más cuando hay dos personas sobrias en la fiesta. Y si son tres, mejor que mejor. Empieza por ti. Después, empezarán a cambiar más y más personas, hasta que todo el sueño, toda la gente que está en la fiesta, esté sobria.
Las enseñanzas que nos llegan de India, de los toltecas, de los cristianos, de los griegos -de distintas sociedades de todo el mundo- provienen de la misma verdad. Todas nos hablan de reclamar la propia divinidad y encontrar a Dios en nuestro interior. Hablan de abrir el corazón por completo y convertirse en un sabio. ¿Eres capaz de imaginarte cómo sería el mundo si todos los seres humanos abriesen su corazón y descubriesen el amor en su interior? Podemos hacerlo. Cada uno puede hacerlo a su manera. No se trata de seguir una idea impuesta; se trata de encontrarte a ti mismo y de expresarte a tu manera. Esa es la razón por la cual tu vida es un arte. Tolteca significa «artista del espíritu».
Los toltecas son los que pueden expresarse con el corazón, los que aman incondicionalmente. Estás vivo por el poder de Dios, que es el poder de la Vida. Eres la fuerza que es la Vida, pero como sabes pensar al nivel de la mente, te olvidas de quién eres en realidad. Y cuando esto sucede, resulta fácil ver a otra persona y decir: «Oh, ahí está Dios. Dios se responsabilizará de todo; Dios me salvará». No. Dios sólo ha venido a decirte -a decirle al Dios que se encuentra en tu interior- que seas consciente, que elijas, que tengas valor para avanzar a través de todos tus miedos y cambiarlos a fin de no temer más al amor. El miedo al amor es uno de los mayores miedos que padecen los seres humanos. ¿Por qué? Pues porque, en el Sueño del Planeta, un corazón roto significa «Pobre de mí».
Tal vez te preguntes: «Si realmente somos la Vida o Dios, ¿por qué no lo sabemos?». Pues porque estamos programados para no saberlo. Nos enseñan: «Eres un ser humano; estas son tus limitaciones». Entonces, nuestros propios miedos limitan nuestras posibilidades. Eres lo que crees que eres. Los seres humanos son magos poderosos. Cuando te crees que eres lo que eres, eso es lo que eres. Y puedes hacerlo porque eres Vida, Dios, Intento. Tienes el poder de convertirte en lo que eres ahora mismo.
Pero no es la mente racional la que controla tu poder, sino lo que tú crees. Como ves, todo son creencias. Lo que creemos es lo que dirige nuestra existencia, lo que dirige nuestra vida. Construimos un sistema de creencias que es como una caja en cuyo interior nos instalamos; no podemos escapar porque creemos que no podemos hacerlo. Y esta es la situación en la que nos encontramos. Los seres humanos crean sus propias restricciones, sus propias limitaciones. Decidimos lo que es humanamente posible y lo que es imposible, y después, sólo porque así lo creemos, se convierte en nuestra verdad.
Las profecías de los toltecas han previsto el inicio de un nuevo mundo, de una nueva humanidad donde los seres humanos se responsabilizan de sus propias creencias, de sus propias vidas. Se acerca el momento en el que te convertirás en tu propio gurú. No necesitas que otros te digan cuál es la voluntad de Dios. Ahora Dios y tú estás cara a cara, sin intermediario alguno. Buscabas a Dios y lo has encontrado en tu interior. Dios ya no está fuera de ti.
Cuando sabes que el poder que es la Vida reside en tu interior, aceptas tu propia divinidad, y aun así, eres humilde porque ves la misma divinidad en todas las personas. Ves cuán fácil es comprender a Dios, porque todo es una manifestación de Él. El cuerpo morirá, la mente también se disolverá, pero tú no. Eres inmortal; existes durante billones de años en distintas manifestaciones, porque eres Vida y la Vida no puede morir. Estás en los árboles, en las mariposas, en los peces, en el aire, en la luna, en el sol. Donde quiera que vayas, estás ahí, esperándote a ti mismo.
Tu cuerpo es un templo, un templo vivo en el que reside Dios. Tu mente es un templo vivo en el que reside Dios. Dios vive en tu interior, Dios es la Vida. La prueba de que Dios reside en tu interior es que estás vivo. Tu vida es la prueba. Por supuesto, en tu mente hay basura y veneno emocional, pero Dios también está ahí.
No tienes que hacer nada para alcanzar a Dios, para alcanzar la iluminación, para alcanzar el despertar. No hay nadie que pueda llevarte hasta Dios. Quien diga que te llevará hasta él es un mentiroso, porque ya estás en él. Sólo existe un ser vivo, y lo quieras o no, te resistas o no, sin hacer ningún esfuerzo, ya estás con Dios.
Por lo tanto, lo único que queda es disfrutar de la vida, estar vivo, sanar el cuerpo emocional para crear una nueva vida que te permita compartir abiertamente todo el amor que está en tu interior.
El mundo entero puede amarte, pero ese amor no te hará feliz. La felicidad proviene del amor que emana de tu interior. Ese es el amor que realmente cuenta, no el amor que los demás sienten por ti. Tu amor por los demás es tu mitad; la otra mitad puede ser un árbol, un perro, una nube. Tú eres una mitad; la otra mitad es lo que percibes. La mitad que te corresponde es la del soñador, y el sueño, es la otra mitad.
Siempre serás libre para amar. Si eliges comprometerte en una relación y tu pareja juega al mismo juego, ¡qué regalo! Cuando la relación abandone del todo el infierno, se amaran tanto a ustedes mismos que no necesitaran el uno al otro en absoluto. Se unirán por propia voluntad y crearan belleza. Y esa creación mutua es el sueño del cielo.
Ya eres un maestro del miedo y del auto-rechazo. Ahora lo que tienes que hacer es recuperar el amor hacia ti mismo, ya que con ese amor por ti mismo te volverás tan fuerte y poderoso que transformarás tu sueño personal de miedo en un sueño de amor, y sustituirás el sufrimiento por la felicidad. Entonces, como el sol, emitirás luz y amor en todo momento, sin condiciones. Cuando amas incondicionalmente, tú el ser humano y tú el Dios estás en sintonía con el Espíritu de la Vida que se mueve a través de ti. La vida no es más que un sueño, y si creas tu vida con amor, tu sueño se convierte en una obra de arte.